Por Lara Barros.
La semana pasada tuvimos nuestra reunión del Botánico de este año, esa cita anual que acordamos en llamar asamblea. No estábamos muchas, hubo falta de tiempo en su convocatoria y es otoño, esa maravillosa estación en la que caen las hojas de los árboles y se cierra la justificación de los mil proyectos e historias en las que andamos envueltas. Es muy listo ese sistema que nos dice que, para poder cambiarlo, tenemos que correr cada vez un poco más.
La jornada estaba pensada para revisarnos, para situarnos en el presente y pensar el futuro, para hacernos muchas preguntas, quizás demasiadas, tantas, que las que parecían certezas saltaron por los aires y se abrió la puerta a un caos creativo que hizo emerger interesantes dudas y debates difíciles de resolver en un solo día.
A través del mapa de la plataforma, foto del momento presente elaborada a partir del formulario enviado, pudimos comprobar que contamos con una distribución territorial considerablemente bien repartida y que estamos presentes en una gran parte de los territorios estatales. Vimos también, con alegría, como el sector ganadero es el mayormente representado, y como mujeres y hombres estamos presentes casi en pleno equilibrio. Recorrimos la multiplicidad de motivaciones que nos impulsan a estar y la variedad de entidades que sumamos visiones. Es mucha la diversidad que acogemos y compleja su gestión, aunque sea esta nuestra principal fuente de riqueza.
Crecemos en expectativas y en demandas, queremos ser “más” plataforma, con capacidad de incidencia política, con campañas de comunicación, de sensibilización social, visibilizarnos… Y queremos también conocernos más por dentro, radiografiarnos, ser una red de apoyo mútuo, un banco de recursos… Queremos crecer hacia dentro y hacia fuera.
Nos preguntamos cómo hacerlo ¿tenemos estructura de funcionamiento operativa? ¿quién toma las decisiones? ¿la asociación es sólo instrumental o puede convertirse en ejecutiva? Y, la Secretaría Técnica ¿quién, quiénes? ¿Entretantxs o la propia asociación? ¿Cómo lo financiamos?
A pesar de la densidad que se concentraba por momentos, muchas visiones, muchas opiniones, demasiadas ideas danzando en el aire chocando entre sí, el ambiente ha sido afectuoso, distendido. Fue productivo. Emergió simplemente lo que tenía que emerger. Sucedió ni más ni menos lo que necesitaba ser. No se puede resolver una duda que no se reconoce, que no se plantea. No se puede abordar una divergencia de roles, de poderes, de intereses, que no sale a la luz. Cuanto más profundizamos en nuestras dificultades, más nos preparamos para abordarlas. Y así, con todo abierto, con las mentes agitadas y agotadas, con los cuerpo llenos de frío y de hambre, acabamos. Y todo con una sonrisa, con cierta magia, porque, una vez más, estábamos allí, juntas, juntos, simplemente siendo.