Ramiro Palacios Cuesta es parte de la Plataforma por la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo. Licenciado en Geografía e Historia y especializado en Desarrollo Rural y Pastoralismo.
Uno de los signos más evidentes de la falta de uso de los espacios agrarios es el desencadenamiento de los procesos de sucesión secundaria, o matorralización de los espacios naturales. Cuando un área deja de ser cultivada o pastada, en los primeros años la vegetación herbácea ocupa el espacio en el que ha cesado la actividad agraria y en los siguientes, el matorral, el arbustedo y el arbolado se van desarrollando según las condiciones agroclimáticas y de suelo.
La densificación de la vegetación en áreas cada vez más extensas genera problemas de conectividad entre las diferentes zonas, dificulta el acceso a zonas cada vez más amplias, disminuye las tasas de biodiversidad y el aumento de la biomasa hace que, si se producen incendios estos alcancen unos efectos mucho más virulentos, por lo que son más difíciles de controlar y extinguir.
En esta situación, el ganado es una excelente herramienta para el control de la vegetación, lo que tiene lugar por su consumo “a diente” y por el pisoteo. Además, gracias al aporte de materia orgánica, incrementa la biodiversidad, mejora la estructura de los suelos y mejora su capacidad para retener agua y nutrientes.
El uso de ganado para llevar a cabo los llamados servicios ecosistémicos viene siendo utilizado desde antiguo, un ejemplo de ello es el pago que los agricultores hacían a los ganaderos trashumantes para que hiciesen el “majadeo” en sus fincas durante sus desplazamientos por las cañadas. Más recientemente, la red RAPCA lleva desde hace más de 10 años apoyando a los pastores para que realicen el control de la vegetación en los cortafuegos de las zonas forestales en Andalucía. Por su parte, las compañías ENAGAS y REDEIA, con el soporte técnico de la empresa AGROVIDAR, están financiando proyectos en el Alto Bernesga, León y en La Rioja para que el control de la vegetación en las zonas afectadas por dichas infraestructuras se lleve a cabo mediante ganado. Encontramos innumerables experiencias de éxito donde el pastoreo se dirige a zonas específicas para controlar la matorralización en la Comunidad de Madrid, Catalunya (Ramats de Foc), archipiélago Canario, islas Balerares, Extremadura (proyecto Mosaico), y un largo etcétera que contribuye a fortalecer el necesario vínculo que liga al pastoreo con la prevención de incendios forestales.
Sin embargo, siendo una evidencia que el ganado es una fabulosa herramienta para consumir biomasa y que esta requiere ser controlada, la conjunción de ambas necesidades (la provisión de alimento para el ganado y la necesidad de control para empresas y Administraciones y sociedad en general) no resulta todo lo fácil que cabría esperar.
Por un lado, cada vez hay menos ganado, menor variedad de especies y menos personas que realicen el pastoreo en el monte, por lo que no es fácil encontrar rebaños cercanos a las zonas en las que se ha de actuar. Por otro, en muchos casos resulta imposible y no es aconsejable restringir el área de pastos a las zonas cuya vegetación se ha de controlar, ya que, para realizar un pastoreo razonable es necesario contar con áreas más amplias y que estén provistas de disponibilidad de agua y una variedad adecuada de plantas. Para que esto sea posible, la persona que realiza el pastoreo ha de contar con derechos de uso del área que va a utilizar, cuya titularidad puede corresponder a la Comunidad Autónoma, al Ayuntamiento, Junta Vecinal o ser de titularidad privada. En el caso de las compañías energéticas, estas están obligadas a mantener las bandas situadas bajo y sobre sus tendidos, por lo que disponen de derecho de acceso y de usufructo en la banda afectada por sus tendidos, pero no para toda el área en la que se lleva a cabo el Plan de Pastos.
El uso de ganado para el control de la vegetación tampoco puede ser manejado como una herramienta de sustitución sin más del desbroce mecánico por el ganado, ya que lo importante no es solo la eliminación de buena parte de la biomasa, sino el cambio en la dinámica de la vegetación. En este caso, el uso adecuado del ganado y su recurrencia puede conseguir la evolución del sustrato de matorral o de arbolado por el sustrato herbáceo, que, además de ser más palatable, presenta un riesgo mucho menor a la hora de controlar los incendios o hace más fácil su gestión. Pero, para hacer evolucionar a la vegetación hacia el sustrato herbáceo es necesario contar con determinadas cargas ganaderas por hectárea, disponer del tipo de especie animal más adecuado para cada tipo de vegetación, combinar los tiempos de pastoreo con los tiempos de descanso de la hierba y conseguir un reparto de la materia orgánica que aporta el ganado de un modo homogéneo por todo el área.
Por todo ello, es preciso elaborar un correcto Plan de Pastos, contar con los derechos de uso por parte de las entidades titulares del área a pastar y, más aún el trabajo, la complicidad, el acuerdo… con los pastores y las pastoras, cuya función resulta clave en todo el proceso.
Muy interesante y muy sabio.